viernes, 25 de marzo de 2011

DOKKODO (El Camino que se debe seguir solo)

12 de Mayo de 1645. Segundo año de la era Sosho. Shimen Musashi está preparado para la muerte. Sabe que le ronda, que muy pronto la rueda de su existencia se completará. Tiene sesenta y tres años y una vida que ha dedicado plenamente al Bushido. Solo queda completar un último escrito; unas últimas palabras que plasmen la esencia de su filosofía de vida. Decide escribir un pequeño tratado que se llamará Dokkodo (El Camino que se debe seguir solo). Al oeste de la ciudad de Kumamoto, cerca de la bahía de Ariake, se encuentra la montaña Kimpo. Desde lo alto se divisan las sulfurosas emanaciones del volcán Aso y, más allá de la bahía, el monte Uzen. La montaña kimpo está cubierta de naranjos, rodeada de paz y silencio, a sus faldas duerme el templo Ungan-ji. Tras el templo una gruta: Ungan. En su interior se encuentran unas estatuas muy veneradas que representan a Avalokitesvara (Kannon), el Buda de la Compasión Universal. La gruta está rodeada por una densa vegetación de entre las sobresalen agujas de piedras que alzan sus picos hacia el cielo. Es el lugar ideal para meditar, el lugar ideal para serenar el espíritu y escribir sus obras. Hace tres años escribió allí mismo “Gorin-no Sho” (tratado de las cinco ruedas), en el que exponía el método de su escuela de sable. Por aquel entonces escribió: “Soy un samurai nacido en la provincia de Harima, y mi nombre es Shimmen Musashi-no_Kami. Desde mi juventud he prestado atención a las Vías de la Táctica. Tuve mi primer duelo a la edad de trece años (…), pero cuando alcancé la edad de treinta años me puse a reflexionar sobre mi vida y pensé: “mis victorias no proceden de la superioridad de mi táctica, sino más bien de mis cualidades innatas gracias a las cuales no me he separado de los mejores principios. Tal vez mis adversarios carecían también de tácticas adecuadas”. De esta manera decidí profundizar aún más en la vía y continué forjándome, mañana y tarde. Por fin, a los cincuenta años, la unificación con la Vía se produjo en mí naturalmente”. Ahora quedan unas últimas palabras, un último pensamiento, un último legado para todos aquellos que siguen la Vía. Saludó al cielo, se posternó frente a las imágenes de los Budas y se sentó, inspiró profundamente y relajó la mente. Su espíritu, tras la meditación, está preparado para ser plasmado en el papel de bambú. Tomó un pincel y comenzó a escribir:
DOKKODO La Vía que recorro por mí mismo
1.- Jamás actuaré contrariamente a la moral tradicional.
2.- No tengo parcialidad por nadie ni nada.
3.- Nunca intentaré aprovechar ningún momento de facilidad.
4.- Pienso poco en mí mismo, pero mucho en la colectividad.
5.- Estoy libre de codicia a través de mi vida.
6.- Nunca lamento lo que he hecho.
7.- De ningún modo envidio a otros por su buena suerte, o me quejo de la mía si es mala.
8.- Nunca me aflijo por la separación de alguien o de algo, en ningún momento.
9.- Nunca reprocho nada a mí mismo o a otros; nunca me quejo sobre mí mismo o sobre los demás.
10.- Nunca sueño en sucumbir bajo el enamoramiento (o apasionamiento) por una mujer. 11.- Gustos y aversiones, no tengo ninguno.
12.- Sea como fuere el lugar donde vivo, jamás tendré ninguna objeción en su contra. 13.- Nunca deseo comida refinada para mí.
14.- Nunca tengo objetos antiguos ni curiosos bajo mi posesión.
15.- Jamás realizo purificaciones o abstinencias supersticiosas para protegerme contra las malas influencias.
16.- No tengo gusto por implementos de ninguna clase, exceptuando espadas y otras armas.
17.- Jamás resentiré de mi vida encausada hacia la rectitud.
18.- En absoluto deseo tener ninguna posesión que me otorgue comodidad en mi vejez. 19.- Venero a Dioses y Buddhas, pero nunca pienso depender en ellos.
20.- Más pronto prefiero dar mi vida que deshonrar mi buen nombre.
21.- Nunca, ni por un momento, ni en cuerpo ni alma, me apartaré de la Vía del Sable.

A los 12 días del quinto mes, en el segundo año de Shoho (12 de Mayo de 1645), Shimmen Miyamoto Musashi no kami Fujiwara no Genshin.

Ha terminado; tan solo queda desprenderse de sus escasa posesiones materiales y hacer eco al precepto budista de no apegarse a nada. Sabe que ha de marchar tal como vino a la vida: sin nada. Ese mismo día ofrece sus sables y silla a sus amigos, en su memoria. A su discipulo Terao Katsunobu entrega el “Tratado de los cinco anillo” y “Dokkodo". A su otro discípulo ,Terao Nobuyuki, entregará “Treinta y cinco lecciones de tácticas”. Una semana más tarde, el 19 de mayo, llega la muerte. Acepta el tránsito con naturalidad. Es vestido con su armadura, como fue su voluntad, y los funerales son oficiados por el monje Shunzan del templo Taisho-ji. La tumba de Musashi se encuentra a unos seis kilómetros de de la ciudad de Kumamoto.

3 comentarios:

  1. Que maravillosa historia has compartido sobre este gran Samurai, amigo.Y la publicación de sus pensamientos filosóficos son muy interesantes y sorprendentes. ¡Me encantó!
    Un abrazo.

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  2. Muy bueno, gracias por compartir. Recién estoy aventurandome en Musashi y toda la cultura que lo rodeaba.

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  3. Para morir como lo hizo una de dos, o tuvo una suerte endemoniada o realmente fue un maestro de maestros, epico.

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